La actual configuración del noroeste peninsular es resultado de una compleja evolución tectónica en la que podemos distinguir tres fases principales.
Una primera fase compresiva vinculada a la orogenia Hercínica, en la que se origina el Macizo Ibérico. Esta orogenia se desarrolló en varias fases a lo largo de gran parte del Paleozoico medio y superior y fue consecuencia de la colisión de las grandes masas continentales de Euroamérica y Gondwana dando lugar al supercontinente Pangea.
Una segunda fase distensiva a lo largo del Mesozoico, en la que se produjo la apertura del océano Atlántico con la consiguiente ruptura de Pangea. Por su parte, el margen norte peninsular se vio condicionado por el giro antihorario hacia el SE de la placa ibérica, que, al hacerlo de forma independiente al resto de Europa, supuso su separación de Eurasia y la consiguiente apertura del golfo de Bizkaia.
Y una tercera fase compresiva durante el Cenozoico, relacionada con la orogenia Alpina, la cual se originó por la colisión de la placa ibérica con la placa euroasiática y africana. Esto supone un giro completo del contexto geodinámico anterior, y como consecuencia de la convergencia entre Eurasia e Iberia, en el margen norte de la península ibérica, se produce el cierre parcial del golfo de Bizkaia y el levantamiento de la Cordillera Cantábrica.
Consecuencia de esta compleja historia tectónica, existen en la zona numerosas fallas de tipo inverso o desgarre de edad paleozoica, reactivadas como fallas normales en la fase distensiva y que recuperaron sus mecanismos inversos y de desgarre durante la orogenia Alpina. Algunas de estas fallas muestran evidencias de actividad reciente (Plioceno y Cuaternario) y sismicidad asociada. Destacan tres sistemas de fallas de desgarre sinestral, el de Vilachá-Baralla-Becerreá en Lugo, que presenta una orientación NE-SO, y los de Penacova-Régua-Verín y Manteigas-Vilariça-Bragança, localizados en el NE de Portugal, y tienen orientación NNE-SSO. También es reseñable el sistema de fallas de desgarre dextral de Ventaniella y Ubierna al sureste de la Cordillera Cantábrica con orientación NO-SE. La falla de Ventaniella, aunque sólo es activa en su segmento meridional, se extiende más de 200 km en tierra y continúa otros 150 km en mar.
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