La sobreexplotación de los acuíferos repercute en la calidad de los recursos hídricos, y compromete la disponibilidad de agua en lugares que pueden estar lejos del lugar en el que se ha producido la extracción. De este modo, la intensa sobreexplotación de los acuíferos manchegos ha tenido por efecto “secar” numerosas fuentes, afectando a lugares tan conocidos como los Ojos del Guadiana o las Tablas de Daimiel, donde el agua ha dejado de manar de forma natural produciendo un grave impacto ecológico.
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