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Ensanche. BarcelonaEnsanche. Barcelona

Ensanche. Barcelona.

La segunda mitad del siglo XIX contempló una auténtica revolución en las ciudades: nuevos medios de transporte, las primeras fábricas, mejoras en el saneamiento y ornato, inmigración etc. Todo ello va acompañado de importantes renovaciones en el caserío existente en los cascos históricos, además del trazado de nuevas calles y apertura de plazas.

A pesar de ello, las elevadas densidades y los problemas de insalubridad en el interior, unidos al incipiente crecimiento sin control fuera de sus límites, hacían necesario intervenir en la expansión más allá de las murallas. Entre las opciones barajadas para la ordenación del nuevo espacio (planes de alineaciones o anexión de arrabales) triunfó finalmente la idea novedosa de añadir una pieza unitaria planificada. Ildefonso Cerdá, encargado por el Ayuntamiento de Barcelona para estudiar el tema, realiza en 1854 un Anteproyecto de Ensanche que servirá de modelo para todos los demás. Sus claves son:

  • Trazado ortogonal que racionaliza la estructura urbana, facilita la circulación (mejorada además por vías diagonales) y simplifica las canalizaciones subterráneas.
  • Relevancia de los espacios libres en las manzanas, aunque el diseño inicial de bloques discontinuos sería sustituido finalmente por manzanas cerradas con patios interiores.
  • Jerarquización de los usos del suelo.
  • Colaboración de los propietarios en la construcción de la ciudad.

A lo largo de todo el siglo, otras ciudades como Madrid, Bilbao, Alicante, Gijón o Pamplona introducirán planes semejantes.

La implantación de los proyectos estuvo, sin embargo, llena de obstáculos. Fue necesario incorporar la trama irregular de los suburbios ya existentes. Además, las presiones de los propietarios del suelo y el problema generalizado de falta de viviendas desvirtuaron el modelo y ralentizaron su desarrollo.

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