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La distribución de los seres vivos sobre la superficie terrestre depende de su capacidad para adaptarse a las condiciones naturales. De estos factores, los más determinantes son el clima y el relieve (que, a su vez, están muy relacionados entre sí) y que se analizan en otros módulos.

En este esquema se representa, de manera muy simplificada, la red de interacciones que se producen en el medio físico, y que influyen en las características de la cubierta vegetal. Así, la litología y el clima determinan, a través de diversos procesos de meteorización, las características de los suelos. Además, el clima impone diferencias en la vegetación de las distintas áreas, lo que permite hablar de "regiones biogeográficas" con rasgos bien definidos. En cada una de estas regiones, y en función de los suelos u otros factores locales, existe una "vegetación potencial".

Sin embargo, el territorio español soporta una población importante que, desde hace varios milenios, ha transformado la vegetación contribuyendo, voluntaria o involuntariamente, a su alteración. Como consecuencia, la cubierta vegetal que existe en la actualidad es muy diferente de la potencial, y combina áreas muy transformadas con otras que aún mantienen sus características originales.