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Localización de las actividades de servicios

Sistemas y paisajes agrarios

La economía española es hoy una economía de servicios. Eso significa que dos terceras partes del empleo y de la riqueza producida se obtienen en el sector terciario o de servicios, al que pertenecen todas aquellas actividades que no obtienen bienes materiales (como alimentos, combustibles, ropa, libros, teléfonos móviles, muebles, ordenadores o viviendas, por ejemplo), sino bienes inmateriales (como educación, salud, entretenimiento o seguridad, entre otros muchos). Tal situación supone, igualmente, que la mayoría de contratos firmados en los últimos años en nuestro país también correspondieron a los servicios.

Dentro de este sector existe una gran variedad de ocupaciones, que presentan unas pautas de localización en el territorio, unas exigencias de cualificación profesional y unas condiciones de trabajo muy diferentes. Resulta bastante expresivo, en este último aspecto, constatar que aquí se encuentran buena parte de los empleos mejor pagados, pero también de los más precarios y peor retribuidos. Así, por ejemplo, el coste salarial medio por trabajador en 2006 se situó en torno a los mil euros, tanto en la hostelería (1.063 euros), como en el comercio (1.161), pero alcanzó los 3.572 euros entre los trabajadores de la banca, los 2.824 en los dedicados al transporte aéreo y los 2.288 en los servicios informáticos, quedando los empleados de la sanidad (1.874) o la educación (1.558) en cifras próximas al promedio salarial español.

La localización de las actividades de servicios en España muestra importantes diferencias si se considera el volumen total de trabajadores en cada provincia. Por una parte, eso se corresponde con la distribución de la población y su mayor o menor nivel de renta, que afecta su capacidad de compra y le permite demandar una mayor o menor cantidad de servicios (desde establecimientos comerciales a restaurantes, cines, etc.), lo que también ocurre allí donde se recibe un gran número de turistas. Al mismo tiempo, la presencia de una elevada densidad de empresas en determinados territorios también atrae la instalación de servicios que las tienen como principales clientes (desde asesoramiento informático o legal, a telecomunicaciones, reparación y mantenimiento de la maquinaria, transporte de mercancías, etc.). Por último, los diferentes gobiernos (central, autonómicos y locales) se encargan de ofrecer una serie de servicios públicos que mejoran la calidad de vida de la población, y suelen distribuirse de forma más equilibrada en relación al número de ciudadanos (desde ambulatorios y hospitales, a escuelas e institutos, polideportivos y centros culturales, etc.)

El resultado es un mapa en el que destaca el gran número de trabajadores en las provincias de Madrid (2,4 millones) y Barcelona (1,8 millones), seguidas a bastante distancia por aquellas otras provincias más pobladas y que cuentan con grandes ciudades: más de 700.000 empleados en Valencia; más de 400.000 en Sevilla, Alicante y Málaga; más de 300.000 en Vizcaya, Murcia y Las Palmas de Gran Canaria, etc. En cambio, el menor volumen de empleo en servicios corresponde a las provincias menos pobladas, y con un nivel de renta inferior al promedio español, que en su mayoría se sitúan en las regiones interiores de la Península: en los casos de Segovia, ávila, Palencia, Soria, Zamora, Cuenca y Teruel no se alcanzan los 50.000 empleos en el sector.

Si lo que se considera, en cambio, es la evolución del empleo en actividades de servicios durante los últimos años, se comprueba que las provincias con mayor crecimiento no fueron ya las de mayor volumen, por lo que puede afirmarse que se avanza hacia un mayor equilibrio en su distribución espacial. De todos modos, eso no ocurre por igual en todo tipo de empresas, sino que aquellas que ofrecen servicios de mayor calidad y precio, o requieren profesionales altamente cualificados, tienden a concentrarse en las grandes ciudades y las regiones más desarrolladas, mientras las que ofrecen servicios menos especializados, y contratan trabajadores de escasa cualificación, están repartidas por todo el territorio.

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