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Distribución espacial de la industria

Distribución espacial de la industria

La industria es la actividad humana destinada a transformar diversos tipos de materias primas en productos destinados al consumo de la población o a la fabricación de otros productos, a los que se identifica como manufacturas. Obtenidos durante muchos siglos de forma artesanal, su producción se aceleró y diversificó a partir de las sucesivas revoluciones industriales de la era contemporánea.

En la actualidad, España ocupa el octavo lugar entre las potencias industriales del mundo por el valor de la producción obtenida. Dentro de la Unión Europea, sólo se sitúa por detrás de Alemania, Reino Unido, Francia e Italia. Pero los dos países más industrializados del mundo son Estados Unidos y Japón, mientras otros asiáticos como China, Corea del Sur o India están entre los que ahora crecen con mayor rapidez, junto con Rusia, que parece haber superado la grave crisis de los años noventa del pasado siglo. En los últimos años se produce la llamada deslocalización, con el traslado de empresas desde los antiguos a los nuevos países industriales, con costes laborales más bajos, pero también una población cada vez más cualificada.

De todos modos, la evolución sectorial del empleo en España demuestra que la importancia relativa de la industria se reduce desde hace tres décadas, ante el rápido crecimiento de los servicios, aunque sigue generando muchos más puestos de trabajo que el sector agrario. Aunque eso no significa que haya disminuido la producción obtenida, pues aumenta con rapidez la productividad industrial por empleado, debido sobre todo a las mejoras tecnológicas (mecanización, automatización…) y a una mejor organización del trabajo en las empresas.

La distribución espacial de la industria en España refleja grandes contrastes. Las principales concentraciones industriales están en las provincias de Barcelona y Madrid, que suman en conjunto más de una tercera parte de los ocupados y la inversión industrial en España. Les siguen en importancia algunas provincias situadas en el eje del Ebro (Zaragoza, Navarra) y las del País Vasco, junto a otras localizadas en el eje del Mediterráneo (Valencia, Alicante…) y Sevilla. Por el contrario, la menor industrialización corresponde a los dos archipiélagos y a buena parte de las provincias interiores, con algunas excepciones como Valladolid, Burgos o Toledo.

Como contrapartida, las regiones más industrializadas son también las que generan mayor cantidad de residuos peligrosos, sobre todo aquellas que se especializan en actividades de mayor riesgo por los productos o procesos que utilizan, como la siderometalurgia, la química básica y la petroquímica.

Pero los procesos de deslocalización hacia territorios con menores costes (del suelo, de los salarios, etc.) están cambiando en los últimos años esa distribución. La evolución del empleo industrial muestra que las áreas más dinámicas en la creación de esos empleos ya no son las de mayor tradición y volumen industrial, que en su mayoría pierden ahora puestos de trabajo, sino otras del interior peninsular y de otras provincias con escasa presencia hasta ahora de esta actividad.

En cambio, las regiones más desarrolladas del país siguen concentrando aquellas industrias con mayor capacidad de innovación y productividad (electrónica e informática, farmacéutica, aeronáutica, fabricación de vehículos…), que exigen ciertas condiciones para su localización: trabajadores con buena formación, servicios especializados (de ingeniería, consultoría, informáticos…), centros de investigación, etc. Por eso, la distribución del gasto de las empresas en actividades innovadoras según Comunidades Autónomas vuelve a mostrar la hegemonía de Cataluña y Madrid, frente a su escasez en regiones interiores o del litoral cantábrico, especializadas en otras actividades (alimentación y bebidas, confección, calzado, metalurgia, etc.) que gastan menos en innovación.

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