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Estacionalidad de la ocupación hotelera en diversas zonas turísticas españolasEstacionalidad de la ocupación hotelera en diversas zonas turísticas españolas

Estacionalidad de la ocupación hotelera en diversas zonas turísticas españolas

La mayor parte de la actividad turística se concentra en periodos de tiempo relativamente cortos, que coinciden con épocas de vacaciones de la población trabajadora y con los meses de verano, que son los más adecuados para el turismo de playa aún predominante en España. En cambio, el nivel de ocupación disminuye mucho en otras épocas del año, por lo que se trata de un sector con fuerte estacionalidad. Su resultado es el predominio de los contratos temporales y el aumento del paro en temporada baja.

El caso de la Costa del Sol malagueña es expresivo de la situación característica de muchas áreas litorales del Mediterráneo: la ocupación media de las plazas hoteleras a lo largo del año 2005 se situó en el 59 %, para alcanzar el 80 % en el mes de agosto, pero descender luego al 41 % en enero y hasta el 37 % en diciembre. La estacionalidad es aún mayor en la Costa Brava de Girona (55 % de ocupación anual), que también superó el 80 % de ocupación en agosto, para caer al 31 % en los meses de diciembre y enero.

Este problema de oscilaciones bruscas en el volumen de turistas disminuye en el archipiélago canario, donde el clima subtropical permite mantener un número elevado de turistas en los meses de invierno, debido a las buenas temperaturas reinantes. La gráfica correspondiente a la isla de Lanzarote refleja esa situación: su promedio anual de ocupación es bastante más alto (68 %), no tanto porque en agosto supere el 87 %, sino sobre todo porque en los meses de invierno no desciende por debajo del 55 % en diciembre y del 65 % en enero-febrero.

La estacionalidad también tiene características especiales en las zonas turísticas de alta montaña, donde existe un turismo invernal asociado a las estaciones de esquí que explica por qué la ocupación más baja se registra aquí en primavera y otoño. El ejemplo del Pirineo catalán es expresivo: con una ocupación media bastante inferior a las otras zonas (34 %), la ocupación en agosto alcanza el 59 % y desciende a poco más del 15 % en abril o noviembre, pero vuelve a elevarse hasta el 40 % entre enero y marzo.

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