El volumen de mercancías transportadas por ferrocarril se ha visto menguado notablemente en los últimos años. Esta pérdida de tráficos se traduce en una transferencia hacia la carretera, los aviones y los ductos. El fuerte descenso del tráfico ferroviario ha repercutido en las infraestructuras, viéndose reducida sustancialmente la red de vías en uso. Esto es debido, sobre todo, a la poca competitividad y a la mala accesibilidad que presenta la red: además de la escasa extensión en relación con la superficie y la población, el porcentaje de vía doble y vía electrificada (que son las que consiguen mayores velocidades) resulta insuficiente.
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