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Distribución del número de franquicias por comunidades autónomasDistribución del número de franquicias por comunidades autónomas

Distribución del número de franquicias por comunidades autónomas

Las cadenas de franquicias son un fenómeno de nuestro tiempo, que ha invadido las principales áreas comerciales de los centros urbanos y, al mismo tiempo, proliferan también en los centros comerciales suburbanos, dotándolos de una apariencia bastante similar al repetirse el mismo tipo de tiendas, restaurantes o cines, con independencia del lugar en que nos encontremos. Se trata de una red de empresas en las que una de ellas (franquiciadora) es propietaria de la marca, y la cede a otras pequeñas empresas (franquiciadas) Éstas la utilizan a cambio de un pago mensual y de un estricto control de su funcionamiento por parte de la franquiciadora (elección de los proveedores a quienes comprar sus productos, decoración de los establecimientos, precios, etc.).

En 1980 apenas existían 40 franquicias en toda España, en su mayoría procedentes de otros países, llegando a 150 una década después y hasta 902 en el año 2006, con un total de 63.751 establecimientos, unas ventas de 17.584 millones de euros y una cifra de 261.000 empleos. Además, una gran mayoría (747) son ya de origen español, mientras las extranjeras (135) están en minoría, aunque algunas de ellas se encuentran entre las de mayor tamaño. Las actividades en las que alcanzan más importancia son las tiendas de moda, los restaurantes de comida rápida, o los supermercados de alimentación, pero están ya presentes en otras muchas.

Como las franquicias tienden a concentrarse, sobre todo, en las ciudades medias y grandes, el mayor número de establecimientos se encuentra en la Comunidad Autónoma de Madrid (14.515 establecimientos y 59.426 empleos) y Cataluña (13.015 establecimientos y 53.285 empleos), pero son también muy numerosas en Andalucía o la Comunidad Valenciana. Resultan, en cambio, bastante escasas en el norte de la Península (País Vasco, Cantabria y Asturias), eje del Ebro (Navarra, La Rioja), Murcia o Extremadura, debido en parte a la menor capacidad de consumo pero, sobre todo, a la mayor resistencia del comercio tradicional.

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