Las montañas que circundan el Mediterráneo en la Península Ibérica y las de Mallorca, sobre todo sus laderas soleadas y de suaves inviernos orientadas al mar, y, en general, algo más húmedas que los llanos costeros, presenta un paisaje rural en el que, junto a matorrales, pastizales y bosques, los terrazgos agrícolas ocupan un extensión considerable. Son pues paisajes de una montaña agroforestal y, en muchos casos, altamente poblada y humanizada. Las fuertes pendientes y la pedregodidad del terreno, con frecuencia calizo, ha obligado a las comunidades rurales a abancalar o aterrazar las vertientes, para conseguir suelo agrícola y desarrollar sobre bancales y terrazas una agricultura mayoritariamente de secano y de cultivos leñosos como el olivar, el almendro, la viña, el algarrobo y otros frutales de secano. La imagen ofrece un paisaje del Bajo Maestrazgo en la provincia de Castellón; los bancales, defendidos por gruesos muros de cantería caliza, estar cubiertos de olivos.
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