En la cuenca del Duero, sobre todo en el área central y oriental, definen el carácter del paisaje y sus imágenes culturales y simbólicas, campiñas cerealistas, de explotación mayoritariamente campesina, salpicadas aquí y allá de montes concejiles de encinas y de algunos pinares, con un crecimiento importante del regadío remolachero y forrajero. El sistema de explotación de estas campiñas castellanas suele ser de año y vez, que supone la división de la explotación agraria o de una finca en dos mitades, de las que cada año una se siembra de cereal (tradicionalmente trigo y en la actualidad sobre todo cebada), y la otra mitad permanece en barbecho. Con la mecanización y el uso generalizado de abonos los barbechos se suelen semillar con plantas industriales como el girasol, con leguminosas o con otras herbáceas forrajeras. La imagen ofrece un primer plano del terrazgo cerealista de la campiña de Tierra de Campos, cerca de Medina de Ríoseco. Entre los rastrojos del cereal y las pacas de paja destaca un palomar circular de adobe, construcción característica y elemento del paisaje de estas campiñas castellanas.
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