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España a través de los Mapas
Desequilibrios económicos y socialesDesequilibrios económicos y sociales

Desequilibrios Administrativos

En España existe una distribución desigual de los recursos económicos lo que, a su vez, genera desigualdades sociales. Ello es fruto de la evolución histórica del modelo de desarrollo económico, factor determinante de la riqueza de cada sociedad. A partir de los años sesenta del siglo XX, y como consecuencia de la revolución urbano-industrial, se produce un importante crecimiento de Madrid, Cataluña y el País Vasco. Este proceso incrementó las desigualdades entre las áreas urbanas y las rurales, y entre las regiones industriales y turísticas frente a las agrícolas. Posteriormente, tras la crisis económica de los años setenta, se produce un espectacular crecimiento del sector terciario y, con ello, una reorganización de los principales ejes económicos. En la actualidad, éstos se han trasladado desde la cornisa cantábrica hacia las regiones mediterráneas, mientras que Madrid sigue manteniendo su importancia económica.

La distribución del PIB (Producto Interior Bruto) per cápita refleja estos contrastes territoriales, entre una España más rica y otra más pobre. En el cuadrante nororiental de la Península Ibérica y Baleares se concentran las provincias donde el PIB alcanza valores más altos. En líneas generales, estas áreas coinciden con aquellas que han adoptado un modelo económico post-industrial, basado en los servicios y en el auge de la construcción. En contrapartida, las provincias con mayor población ocupada en la agricultura suelen coincidir con aquellas donde el PIB es menor, lo que ilustra la escasa rentabilidad de esta actividad en relación con la población ocupada. A su vez, dentro del sector agrícola también existen notables contrastes: por un lado están las áreas de agricultura intensiva, generalmente de regadío, donde se cultivan productos de alto valor añadido y son más rentables; y por otro las de agricultura extensiva que, asociadas a los cultivos de secano y de productos forrajeros, tienen menor rentabilidad.

Los desequilibrios territoriales se han acentuado entre las regiones que han experimentado un mayor crecimiento económico y las que han quedado al margen de este proceso. Entre las primeras se sitúan las que concentran actividades industriales -altamente productivas- con dotaciones de parques empresariales y tecnológicos, servicios especializados, o aquellas en las que se ha desarrollado la actividad turística; entre las segundas, lo hacen aquellas cuya economía no ha sido capaz de adaptarse a los cambios recientes. Aunque en los últimos decenios la evolución de la población activa muestra un incremento de las tasas de actividad y de empleo, y un descenso de la tasa de paro, este proceso ha sido desigual según las regiones, dependiendo de su actividad económica y de las oportunidades laborales que ésta genera.

Sin duda, una de las transformaciones más importantes de la España actual se ha producido en el sector de la construcción, pues el parque inmobiliario se ha multiplicado por tres en muy pocos años. Este fenómeno ha tenido una especial incidencia en las Comunidades Autónomas donde se localizan las principales ciudades del país, o los centros turísticos más importantes (Mediterráneo y los dos archipiélagos). Las relaciones entre construcción y turismo se hacen evidentes cuando se estudian las estancias y pernoctaciones registradas en las provincias españolas.

Pero el auge de la construcción no se ha localizado exclusivamente en las áreas turísticas, sino que también está vinculado a la especulación inmobiliaria en la periferia de las grandes ciudades, y al fenómeno de la segunda residencia. Todo ello ha incrementado el precio de la vivienda, imposibilitando que accedan a ella muchos colectivos de ciudadanos, entre los que destaca el de las personas jóvenes. Esta dificultad para acceder a una vivienda -de alquiler o en propiedad- está determinada por la relación entre los salarios y el coste de la vivienda. Aunque el salario medio en España ha crecido en los últimos años, sigue siendo insuficiente para adquirir este tipo de bienes.

Otro indicador que pone de manifiesto los desequilibrios económicos y sociales en España es la renta disponible de los hogares por habitante. ésta permite aproximarnos a las condiciones de vida de la población, y establecer comparaciones entre las diferentes Comunidades Autónomas. Nuevamente se observa una estrecha relación con la actividad económica, pues las Comunidades que presentan valores por encima de la media española coinciden con las que tienen una economía más dinámica. En paralelo, la tasa de riesgo de pobreza realza estas desigualdades, pues es más alta en las regiones económicamente más deprimidas, o en aquéllas donde la distribución de la riqueza es más desigual. Finalmente, el índice de Desarrollo Humano (IDH) ofrece una visión de conjunto y permite conocer mejor el grado de bienestar de los habitantes de cada Comunidad Autónoma. En 2000 tan sólo ocho Comunidades Autónomas presentan un valor de este índice por encima de la media española, lo que pone de manifiesto los desequilibrios existentes.

La política regional de la Unión Europea intenta, a través de los Fondos Estructurales, reducir los desequilibrios territoriales, tanto entre los estados miembros como en el interior de cada uno de ellos. En España se empiezan a notar sus efectos, pues en los últimos años estas diferencias interregionales comienzan a reducirse. A ello también ha contribuido un conjunto de medidas adoptadas por el estado español como, por ejemplo, los programas de desarrollo regional, los proyectos de desarrollo local, la creación del fondo de compensación interterritorial (FCI), etc.

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