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España a través de los Mapas
La poblaciónLa población

La población

Los estudios demográficos analizan la distribución de las personas en un territorio en un momento dado, así como su evolución histórica y los factores que explican los motivos de dicha ocupación y su dinámica. Los mapas son unos documentos excelentes para estudiar la población de un lugar.

El mapa de densidad de la población ofrece una primera visión de la distribución de los habitantes sobre el territorio español. En él resulta evidente el contraste entre el litoral y el interior pues, si exceptuamos a Madrid, las restantes provincias con mayor densidad se sitúan en la periferia peninsular y en las islas. Otro hecho significativo es la progresiva concentración de la población española en las ciudades: así, mientras que a comienzos del siglo XX sólo un tercio de los habitantes reside en núcleos urbanos, ya hacia 1980 son casi dos tercios los que viven en ellos. El rápido crecimiento demográfico que experimentan muchas ciudades españolas las transforma de manera drástica, tanto en el interior de su tejido urbano, como en el de su periferia inmediata.

Para comparar la población, de lugares con diferentes cantidades de habitantes, es preciso transformar los números absolutos (total de habitantes o total de nacimientos) en números relativos (porcentajes, tasas). Por ello, en el caso de los mapas de crecimiento real de la población entre 1960 y 1981 y entre 1981 y 2006 se calcularon los porcentajes de incremento. De esta forma se puede comprobar, con mayor claridad, el proceso de concentración demográfica de los años sesenta y setenta, frente a la tendencia a la dispersión del crecimiento hacia provincias próximas, que se produce entre 1981 y 2006. Dos ejemplos significativos de este hecho son las evoluciones que se observan en Madrid y Barcelona con respecto a las provincias limítrofes. Así, por ejemplo durante el primer período, Madrid y Barcelona experimentan un fuerte crecimiento; mientras que en el segundo lo harán sus respectivas provincias limítrofes: Guadalajara por una parte, y Girona y Tarragona por otra.

Otra manera de comparar la dinámica demográfica consiste en definir un índice sobre una base común para las diferentes unidades administrativas (provincias o Comunidades Autónomas). Así se ha hecho, por ejemplo, en el gráfico del crecimiento real de algunas Comunidades Autónomas, para poder comparar cómo han evolucionado a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.

Los cambios del crecimiento real de la población están relacionados con dos componentes básicos: el saldo vegetativo (también llamado crecimiento natural) y el saldo migratorio. En cuanto al saldo vegetativo se compara la evolución de la natalidad y mortalidad, bien sea en momento dado, como vemos en el mapa del crecimiento natural provincial en 2005, o bien observando la evolución de las tasas de natalidad y mortalidad. Se constatan importantes diferencias entre una España que crece y otra que decrece, así como una notable disminución de las tasas de natalidad, aunque éstas empiezan a recuperarse en los últimos años por el incremento de los nacimientos en los colectivos de inmigrantes.

Los saldos migratorios establecen el balance entre las personas que llegan (inmigración) y las que salen (emigración). De esta manera se puede observar si el saldo es positivo (hay más inmigrantes que emigrantes) o negativo (hay más salidas que llegadas de personas), y analizar sus causas y consecuencias. Como el registro de altas y bajas en el padrón municipal es voluntario, no es fácil averiguar este saldo. Las situaciones existentes son muy diversas, y varían según se trate de saldos migratorios interiores o exteriores. Pero en cualquier caso es evidente que España se ha convertido en receptora de una gran cantidad de inmigrantes, lo que supone un reto y requiere la adopción de medidas para responder a esa nueva situación.

La procedencia de la inmigración en España, en los años finales del siglo XX y los primeros del siglo XXI, nos indica que acuden personas desde diferentes lugares de Europa, áfrica y América del Sur. Algunos vienen a residir en sus últimos años de vida (los de Europa occidental), pero la mayoría llegan para trabajar en tareas agrícolas y, sobre todo, en la construcción y en los servicios, como consecuencia de las transformaciones de las actividades económicas en España.

El estudio de las representaciones de la dinámica y estructura demográfica nos permite conocer mejor a la población española. En los últimos decenios del siglo XX España registró un fuerte proceso de envejecimiento, al tiempo que un descenso en el número de hijos por mujer (menor natalidad). Estas tendencias se observan en la representación de las pirámides de edad de 1991 y 2001, sobre todo si las comparamos con la del año 1960. La pirámide de 1960 tiene la base más ancha que la cima, lo que significa que es mayor la cantidad de niños, adolescentes y jóvenes que los que tienen más de cincuenta años. Sin embargo, la pirámide de 2001 es muy diferente, la base se ha estrechado y el vértice se ha ensanchado, debido también al incremento de la esperanza de vida de los españoles.

La estructura y dinámica de la población española han cambiado profundamente a lo largo del siglo XX, etapa en la que -entre otras cuestiones- se ha duplicado su población: de los 18.594.405 habitantes que había en 1900 se ha pasado a 44.108.530 en 2006. De ser un país en el que predominaba la emigración, por lo menos hasta 1975, ahora lo hace la inmigración. A su vez, de ser un Estado que daba premios a las familias numerosas de cinco y más hijos, hoy se ha convertido en uno de los países del mundo con menor natalidad. Todo ello es consecuencia de los profundas transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales que ha experimentado España, así como el contexto mundial en el que se inserta.

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