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Una gran parte de la Península Ibérica se caracteriza por su elevada altitud, pues más de la mitad de su territorio está por encima de los 600 metros. Ello se explica por un lado, por la presencia de la Meseta y, por otro, por los elevados sistemas montañosos. Las máximas altitudes (marrón oscuro) se registran en los Pirineos (Aneto, 3404 metros), la Cordillera Cantábrica (Torre Cerredo, 2648 metros), el Sistema Central (Almanzor, 2592 metros), el Sistema Ibérico (Moncayo, 2313 metros) y las Cordilleras Béticas (Mulhacén, 3478 metros).

En el Archipiélago Balear la altitud máxima se alcanza en Mallorca, en la Sierra de Tramontana (Puig Major, 1445 metros), mientras que en el resto no superan los 600 metros. Por su parte, en Canarias la situación es diversa. Hay islas con altitudes inferiores a 1000 metros (Lanzarote y Fuerteventura), otras con altitudes máximas que oscilan entre los 1500 y 2000 metros (El Hierro, La Gomera y Gran Canaria) y, por último, otras que superan los 2000 metros como La Palma y Tenerife (Teide, 3718 metros).