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El relieve de Europa es muy variado y fragmentado. Junto a las grandes llanuras también son numerosas las mesetas, situadas en altitudes medias, así como las montañas, tanto las de escasa altitud como las que presentan notables elevaciones. Estas últimas se localizan hacia el sur del continente, fruto de la orogenia alpina.

Por su latitud, casi toda Europa está dentro del dominio de los climas templados, con la excepción, por una parte, de los territorios del norte de Suecia, Noruega y Finlandia con clima frío; y, por otra, de las Islas Canarias con clima subtropical. Así, podemos diferenciar diversos paisajes, tanto en función de sus características climáticas, vegetales e hídricas, como humanas: el paisaje mediterráneo ocupa el sur de Europa; el oceánico se extiende por las Islas Británicas y la costa occidental europea; el continental se localiza en las áreas donde desaparece la influencia del mar; el de alta montaña en las cordilleras más elevadas; el polar en el Norte de Suecia y Finlandia y, finalmente, el paisaje subtropical en Canarias, Azores y Madeira.

La actividad humana ha alterado significativamente el medio y provocado, en la actualidad, importantes problemas ambientales, tales como la contaminación de la atmósfera, de las aguas y de los suelos, entre otros. Las políticas medioambientales globales, sobre todo en el seno de la UE, intentan actualmente aportar soluciones a esta problemática.