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La existencia de discontinuidades o "enclavados" en la cartografía actual de los municipios, es decir, de terrenos que, aunque dentro de un determinado perímetro municipal, pertenecen a un municipio vecino o próximo, tiene en muchos casos un origen histórico, que se remonta incluso a tiempos medievales. El ejemplo de Salamanca, que se recoge en la figura adjunta, ilustra este hecho.

Algunos de los actuales municipios integraban una unidad mayor en época medieval, de la que formaban parte terrenos, habitualmente forestales y de pastos, que aprovechaban todos los vecinos. Al crearse nuevos municipios por división de la unidad original, algunas fincas que disfrutaban vecinos de un determinado pueblo quedaron dentro de otra circunscripción municipal, manteniéndose así el testimonio de la antigua organización concejil.